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viernes, 23 de octubre de 2015

Cuando Jesús abrió tu archivo

Recientemente leí una historia en una página de internet, era un joven cristiano que escribía. Comenzó a narrar sobre su experiencia que al momento no sabía si era realidad o sueño. Describe que se encontraba frente a un archivo y allí cuando abría uno a uno las tarjetas contenían multiples informaciones. Entre los títulos estaban:

a) Libros que he leído
b) Mentiras que he dicho
c) Consuelo que he dado
d) Chistes que conté
e) Asuntos por los que he peleado con mis hermanos
f) Cosas hechas cuando estaba molesto
g) Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niño
h) Videos que he visto

Había un volúmen amplio de información. Destaca que cuando llego a '" Canciones que he escuchado" "Conversaciones" y "Pensamientos lujuriosos" sintió mucha verguenza. Descompensado, aturdido, vencido e indefenso comenzó a llorar. Expresa que lloraba tan profundo que no podía respirar. Cayó de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Un nuevo pensamiento cruzó por su mente: nadie deberá entrar a este salón, Jamás, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre.

Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡Oh no! ¡Por favor no! ¡El no! ¡Cualquiera menos Jesús! El Hijo de Dios, Impotente vi como Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fichas. No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada. Jesús se acercó a los peores archivos. Leyó todas las tarjetas

¿Por qué tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus ojos, buscó mis ojos y yo bajé la cabeza de vergüenza, me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de nuevo. Sabía que el lugar más exacto para mí es el Lago de Fuego. Él, se acercó, y me puso sus manos en mis hombros. Pudo haber dicho muchas cosas. Pero Él no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día en que Jesús guardó silencio... y lloró conmigo. Lloramos juntos largo rato.

Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, incluso a ese de lujuria y perversión sexual y en cada tarjeta firmaba su nombre sobre el mío.

¡Noooooooo! Le grité corriendo hacia Él.
Lo único que atiné a decir fue solo ¡no! ¡no! ¡no! Cuando le arrebaté la ficha de su mano. Tu nombre Señor no tenía por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas.

No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me miró con ternura a los ojos y me dijo:
- Consumado es, está terminado, yo he cargado con tu vergüenza y culpa.

Comparto esta historia por que estoy convencida de que la muestra más grande de amor que podremos experimentar es y será por siempre el momento en que Jesús entregó su vida en la cruz.

Amor en verbo, la más grande expresión. Nada lo podrá superar. Ese amor está siendo demostrado día a día, en donde estes, con quien te relacionas, donde vives, trabajo, familia, amigos, comunidad, país y nación. En todo lugar, en cada rincón y en todo momento. Ese es el único amor verdadero que puedo compartir contigo.

Un abrazo!
 

domingo, 26 de julio de 2015

El hijo menor

Puedes reconocer la escena, cerrar tus ojos y hacer una película en tu mente de lo que sucedió. Un día según relata Lucas 15:11-24 un hijo (el menor) le pide a su padre la parte de sus bienes que le correspondía y días después, se fue lejos a una provincia apartada. Mientras estuvo lejos de su casa desperdició sus bienes, lo malgastó todo. Luego sobrevino escasez en aquel lugar y comenzó a tener necesidad. Cuando ya no tenía nada, se apegó a un ciudadano acomodado economicamente.

Mattew Henry en su comentario bíblico expone que el termino "apegó" es el mismo utilizado en Genesis 2:24 "y se unirá" por lo tanto indica que no se soltó de aquel hombre hasta que le ofreciese algún trabajo.

Este joven fue enviado a apacentar cerdos y aún cuando sentía hambre y deseos de comer de las algarrobas de los cerdos nadie le daba. El algarrobo era un alimento adecuado para los cerdos, pero no para los humanos, su fruto lo comían los más menesterosos. Es importante para mí señalarte que el joven perdió todo, pero en el momento en que sintió hambre, que su estómago no resistía entonces "volvió en sí". Estoy segura que fue convencido de su condición de vida. Juan 16:8 señala lo siguiente sobre el Espíritu Santo:



Una vez el joven tomó la decision dice la palabra: "Y levantándose, marchó hacia su padre". El deseo de Dios es que sus hijos, una vez tengan necesidad no duden en acercarse a él. Nadie podrá sacear el hambre que produce el cansancio por caminar fuera de su cobertura. Dios siempre mostrará compasión aunque lo hayas dejado o te hayas apartado de su camino. La actitud del joven cuando llego a su padre fue esencial: "Y el hijo le dijo: Padre he pecado contra el cielo y contra ti, no merezco que se me llame tu hijo" (v 21). Dios jamás deseará que te rebajes de la forma en que el mundo opera, no causará en ti una verguenza sobre tu condición, no te culpará, ni amenazará, sin embargo David decía:

"El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tu, oh Dios, no desprecías al corazón quebrantado y arrepentido". Salmos 51:17

Antes de que tú expreses arrepentimiento, Dios tendrá sus brazos abiertos para recibirte. Si de algo te vas a apegar, te recomiendo que sea de Jesucristo. El saciará tu hambre y tu sed. Su promesa te cubre en tu peor momento. El dijo en Juan 4:14 "pero el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un manantial del que brota vida eterna".Hoy el te llama, solo abre tu corazón y recíbelo.


Bendiciones, un abrazo

viernes, 24 de julio de 2015

Somos hijos de Dios



En el libro de Juan se hace bienvenida triunfal al verbo, el cual se hizo carne y habitó en medio nuestro.Un elemento característico del libro de Juan en el nuevo testamento fue la siguiente: 

"Pero las cosas que aquí se dicen se escribieron para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que así, por medio de su poder reciban la vida eterna". (Juan 20:31). 


Entiendo que nuestra vida como creyentes se basa en la fe. Aquello en lo que creemos se ve reflejado en nuestras acciones, la forma que reaccionamos, nos conducimos y la manera en que proyectamos a otros nuestras ideas. Esto es algo fundamental para nuestro desempeño y contribución a nuestro entorno y en el intercambio que se genera en el ambiente familiar, comunitario, eclesiástico, entre otros. ¿Verdaderamente crees que eres un hijo de Dios y te sientes parte de su vida?


La manera de Dios demostrar su gran amor por la humanidad fue como la que describe Juan 3:16


"Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna".


La mayor bendición no se encuentra en los bienes que podamos poseer, comprar o adquirir, sino en la magnífica sensación que produce ser aceptado y transformado. Generalmente en las relaciones suele desarrollarse una incapacidad en el ser humano para entenderse y comprenderse sin la necesidad de solicitar cambios. La actitud que adoptamos cuando una persona realiza comentarios o nos señala es de total indignación en su mayoría. Luego, accedemos a escuchar y prestamos oídos a las explicaciones de las personas sobre nuestras cualidades. En ocasiones esto es necesario durante un debido proceso de quien nos ama y quiere lo mejor para nosotros, sin embargo en otro momento es la respuesta a un sentido egoísta y de poca tolerancia hacia nuestra humanidad. Lo importante de todo es evaluar si la razón principal de corresponder a las demandas no recae únicamente en la necesidad de ser reconocidos y valorados. 


Dato curioso es el siguiente y quiero explicarte cómo comenzó la relación entre Dios y el hombre:


"El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo, para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio". 1 Juan 4:10


Para ser llamado su hijo no te requirió, ni demandó una forma de ser especial, de hecho la palabra señala que "Dios eligió a los que, desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia, para que los que se creen muy importantes se den cuenta de que en realidad no lo son" . Su gran comisión fue morir para producir en ti el gozo de la salvación. Te invito a que hoy te sientes a la mesa, recuerda tu posición como hijo y como tal heredero y coheredero con Cristo. Su regalo sobrepasa el entendimiento humano pero es REAL!

Sostén tu vida de la palabra de Dios y recibe la promesa de nuestro Padre desde el momento en que lo recibistes en tu corazón!

Bendiciones, un abrazo!