b) Mentiras que he dicho
c) Consuelo que he dado
d) Chistes que conté
e) Asuntos por los que he peleado con mis hermanos
f) Cosas hechas cuando estaba molesto
g) Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niño
h) Videos que he visto
Había un volúmen amplio de información. Destaca que cuando llego a '" Canciones que he escuchado" "Conversaciones" y "Pensamientos lujuriosos" sintió mucha verguenza. Descompensado, aturdido, vencido e indefenso comenzó a llorar. Expresa que lloraba tan profundo que no podía respirar. Cayó de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Un nuevo pensamiento cruzó por su mente: nadie deberá entrar a este salón, Jamás, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre.
Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡Oh no! ¡Por favor no! ¡El no! ¡Cualquiera menos Jesús! El Hijo de Dios, Impotente vi como Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fichas. No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada. Jesús se acercó a los peores archivos. Leyó todas las tarjetas
¿Por qué tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus ojos, buscó mis ojos y yo bajé la cabeza de vergüenza, me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de nuevo. Sabía que el lugar más exacto para mí es el Lago de Fuego. Él, se acercó, y me puso sus manos en mis hombros. Pudo haber dicho muchas cosas. Pero Él no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día en que Jesús guardó silencio... y lloró conmigo. Lloramos juntos largo rato.
Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, incluso a ese de lujuria y perversión sexual y en cada tarjeta firmaba su nombre sobre el mío.
¡Noooooooo! Le grité corriendo hacia Él.
Lo único que atiné a decir fue solo ¡no! ¡no! ¡no! Cuando le arrebaté la ficha de su mano. Tu nombre Señor no tenía por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas.
No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me miró con ternura a los ojos y me dijo:
- Consumado es, está terminado, yo he cargado con tu vergüenza y culpa.
Comparto esta historia por que estoy convencida de que la muestra más grande de amor que podremos experimentar es y será por siempre el momento en que Jesús entregó su vida en la cruz.
Amor en verbo, la más grande expresión. Nada lo podrá superar. Ese amor está siendo demostrado día a día, en donde estes, con quien te relacionas, donde vives, trabajo, familia, amigos, comunidad, país y nación. En todo lugar, en cada rincón y en todo momento. Ese es el único amor verdadero que puedo compartir contigo.
Un abrazo!